Mucho cuidado que encontrar la pareja idónea no se trata de una búsqueda implacable, no es una competencia por ganarle al tiempo -o a los(as) amigos(as)-, no es un campeonato a ver quién se queda con el(a) mejor. No es una cacería de patos en donde se le dispara al primero que aparezca, y si se falla el tiro, se le dispara al siguiente. No se trata de una pesca con atarraya (red), en donde se espera a ver que se atrapó entre los hilos de la malla. No se trata de pesca deportiva, en donde se tira el anzuelo para atrapar un pez y luego devolverlo al agua.
El amor es cosa seria, tan seria que fue Dios quien lo creó. No fue la voluntad del hombre la que dispuso que iba a tener una ayuda idónea, fue la voluntad buena, agradable y perfecta del Señor quien vio que eso era bueno. No andes pescando, no andes cazando, no andes tirando la red a ver que cae, no compitas contigo ni con nadie, no busques lo que llegará porque te puedes equivocar. Tampoco seas presa fácil de los depredadores que andan al acecho, recuerda que los lobos también se disfrazan de ovejas.
Dedícate a amar a Dios y a ti mismo. Pide trasformación, pide madurez espiritual, pide sabiduría, pide entendimiento, pide discernimiento, pide por los demás, pide dones, pide ministerio, pero deja de pedir idóneo(a), porque a menos que tengas el don de la continencia, es seguro que ese amor te va a llegar, pues Dios dijo “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Génesis 2:18).
Deja de disparar, deja de estar lanzado el anzuelo, deja de extender la red, deja de mostrar el hambre, porque como dicen las abuelas, el que muestra el hambre no come, o lo envenenan.