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Fuerza de Voluntad o el Poder del Espíritu

  • Andrés Huertas SamakBlue
  • 16 ago 2016
  • 2 Min. de lectura


Durante gran parte de mi existencia viví la vida convencido que todo cuanto tenía, MIS éxitos, MIS logros, MIS galardones y MIS reconocimientos eran debido a MI propio esfuerzo y dedicación. Que MI disciplina, compromiso, sacrificio y entrega eran la causa de que YO hubiese llegado a la cima; y nada ni nadie lograría bajarme de ella.

Erróneamente creemos que el éxito se refleja únicamente en lo material, aquello a lo que llamamos calidad de vida. Tener altos estudios, un excelente cargo en una prestigiosa compañía, la casa en los suburbios, el automóvil soñado, un derecho en el club de moda, una esposa hermosa y unos hijos excelentes en un colegio bilingüe "high Class".


SOY exitoso, lo HE logrado, SOY el proveedor, y muchas más expresiones egocentristas se convierten en nuestra oración diaria. ¿Y Dios? ¿En dónde queda Dios?


Hasta que un buen día, todo nuestro castillo se derrumba y en medio de los escombros nos damos cuenta que era una casa en el aire, que no teníamos un sólido fundamento, que habíamos construido sin cimientos. Y justo en este momento, nos acordamos de Dios, colocándonos de hinojos sobre el suelo, y los brazos abiertos en pos de una respuesta, gritando al cielo... ¿Dios, en dónde estás?... te necesito... y caemos postrados justo en donde el piso es duro, abatidos, desolados y completamente derrotados.


A veces, es necesario perderlo todo para saber que con Cristo todo lo tenemos. A veces, es necesario que Dios retire todo distractor para que notemos su presencia. A veces, es necesario que nuestro mundo se derrumbe para que seamos liberados de sus cadenas. A veces, es necesario que el Señor doblegue nuestra fuerza de voluntad para que reparemos en el poder absoluto de Su Santo Espíritu y nos entreguemos a su total control. A veces, es menester que todo termine y empezar de nuevo, como nueva criatura y de la mano de Cristo. A veces, es preciso derrumbar nuestros ídolos para darnos cuenta que están hechos de barro.


Hermanos, todo viene de Dios quien por medio de Cristo nos reconcilió, fuimos hechos nuevas criaturas. Todo lo que viene es hecho nuevo por Aquel que nos salvó (2 Corintios 5:17-19), ahora vivimos por el Santo Espíritu que habita en nosotros (Gálatas 2:20) y nos aleja del pecado (Gálatas 5:16).


Así que vivamos de ahora en adelante en obediencia y sin quejarnos, entregados a la voluntad de Cristo y bajo el poder de su Santo Espíritu, sabiendo que Él "es quien produce" en nosotros "tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad" (Filipenses 2:12-16), que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2) y siempre recordando que la fuerza de voluntad es perecedera mientras el poder del Espíritu es eterno... tú eliges.


Dios los bendiga.


 
 
 

© 2015 por EXODUS NUOVA VITA. Creado con Wix.com

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