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La Tristeza que Viene de Dios

  • Andrés Huertas SamakBlue
  • 9 ago 2016
  • 2 Min. de lectura

Es claro que el corazón alegre hermosea el rostro, pero también es cierto que el dolor del corazón abate al espíritu (Proverbios 15:13).

La tristeza no es sinónimo de falta de fe, la tristeza es solo el resultado del cansancio y el agotamiento. Es la consecuencia de ver como las circunstancias se nos antojan inamovibles y azarosas.

Dios mismo en Su Palabra nos muestra que Él sabe que la tristeza es un sentimiento inherente a nuestra condición humana (Juan 16:20a) y nos advierte que debemos saber manejarla, no permitiendo que se convierta en angustia o en desesperación (2 Corintios 4.8-10), para que esta tristeza se convierta en alegría (Juan 16:20b).

Pablo mismo sintió una gran tristeza y lo embargó un dolor en su corazón a causa de la suerte de sus hermanos (Romanos 9.1-2). Job se lamentó y sintió tristeza a causa de sus circunstancias (Job 30:31). A Jesús lo invadió la tristeza al punto de sentirse angustiado y temeroso, casi hasta morir (Lucas 22:42-44; Marcos 14:32-34). Los apóstoles cayeron rendidos por el sueño a causa de la tristeza (Lucas 22:45). A David la vida se le estaba yendo en angustias y sus años en lamentos, y la tristeza estaba acabando con sus fuerzas y sus huesos (Salmos 31: 10). Y Jeremías confesó su aflicción, su angustia al verse encerrado y sin salida; al creer que su oración no era escuchada. Su corazón estaba partido y lleno de amargura por las circunstancias que le rodeaban; no sentía paz ni dicha, y llego a decir «La vida se me acaba, junto con mi esperanza en el Señor.» (Lamentaciones 3:1-24).

¿Pero qué caracterizó a todos estos personajes en medio de su tristeza y dolor? ¿Qué hicieron que debemos hacer nosotros también?

1. Confesar nuestra tristeza a Dios. Delante de su presencia. En oración (Salmos 88:9; 25:17) 2. No permitir que la tristeza se convierta en angustia o en desesperación (2 Corintios 4:8-10) 3. Buscar al Señor en medio de la tristeza. Nunca alejarse del Él (2 Crónicas 15:4) 4. Consolar a otros (2 Corintios 1:3-4) 5. Colocar la tristeza en manos de Jesús, pues con Él somos vencedores y nada nos separará de Él (Romanos 8:35-39) 6. Pedir perdón a Dios (2 Corintios 7:11) 7. Arrepentirnos (2 Corintios 7:9) 8. Llorar para lavar nuestro corazón, resistir al diablo y humillarnos ante Dios (Santiago 4:7-10) 9. Entregar nuestras cargas al Señor (Sofonías 3:18) 10. No olvidar que el gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! (Lamentaciones 3:1-24)

Por tanto, digo: «El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!» (Lamentaciones 3:24)


 
 
 

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