En nuestra vida cristiana es usual que pasemos por pruebas o momentos de aflicción. De hecho nuestro Señor Jesucristo nos advierte que en este mundo afrontaremos aflicción, y así mismo nos recuerda que Él ha vencido al mundo (Juan 16:33).
La aflicción es uno de los instrumentos que Dios utiliza para pulirnos conforme a su plan, así como "El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele." (1 Pedro 1:7 NVI).
Acrisolar es el proceso por el cual se depura y purifica por medio del fuego el oro y otros metales. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española también lo define como purificar, apurar, aclarar algo por medio de testimonios o pruebas, como la verdad, la virtud. Solo a través de la experiencia mejoramos nuestro desempeño.
Así mismo funciona en el ámbito espiritual. Dios nos demanda que seamos fuertes y valientes, que no nos desanimemos ni tengamos miedo (Josué 1:9), que nos esforcemos por obedecerle (Deuteronomio 6:3) y presentarnos ante Él como obreros que no tienen de que avergonzarse (2 Timoteo 2:15), y así a nosotros y nuestra descendencia nos irá bien (Deuteronomio 4:40).
Pero debemos tener paciencia, ser persistentes y perseverantes en el Señor y su Palabra mediante la oración (Romanos 12:12), siempre alegres, convencidos que a través de nuestra fe seremos sanados de la aflicción (Marcos 5:34), que después se la tormenta viene la calma (Mateo 4:39), que el Señor jamás nos abandonará (Deuteronomio 31:8).
Seamos pacientes, persistentes y perseverantes. No desfallezcamos, no nos rindamos. Intentémoslo una y otra vez, convencidos que al final y en el tiempo de Dios todo será para bendición. No temamos levantarnos si lo hacemos de la mano de Cristo. No rechacemos el maná que nos llega en cada día. Esperemos en Cristo, pues con Él la tercera será la vencida.
"De seis aflicciones te rescatará, y la séptima no te causará ningún daño." (Job 5:19)