¿Qué pasarían si como creyentes, vemos que al final del camino nuestros planes, sueños, anhelos no se cumplen? ¿Qué está pasando en nuestros corazones en este justo momento en que no vemos que nuestros sueños se cumplen? ¿Qué pasaría si Dios nos dijera que lo que soñamos no será? ¿Lo seguiríamos amando igual, o lo dejaríamos de amar?
Cada uno en su proceder cree estar haciendo lo correcto, siempre y cuando veamos que los beneficios que recibimos son grandes, pero no nos damos cuentas que dejamos a un lado lo verdaderamente importante (Proverbios 17:2). Y colocamos como excusa el bienestar propio y el de nuestras familias. Hacemos planes para obtener el éxito económico, laborar y personal con la excusa de que queremos lo mejor para los nuestros, pero en realidad se trata de nuestro ego.
¿Seríamos capaces de vivir el día a día total y completamente dependientes de la gracia y amor de Dios? ¿en verdad podríamos vivir en contentamiento si solo recibiéramos lo necesario, el maná diario?
¿Qué sucedería se Dios nos dijera que no hiciéramos absolutamente nada más que buscarlo, oírlo y obedecerlo y que de lo demás se encarga Él?
Es frecuente que el ego nos domine y nos sintamos inútiles cuando Dios decide ver 100% por nosotros, y nos pide que nos quedemos quietos. Esto sucede porque no estamos preparados para seguir el plan de Dios y sacamos nuestras conclusiones a partir de un análisis de las circunstancias, permitiendo así que nuestra fe se vea diezmada.
No quiere decir esto que el hombre no haga planes, sino que los ponga en las manos de Dios y a su consideración (Proverbios 16.1) dejándole a Su potestad el elegir el mejor camino (Proverbios 16.3). Sin embargo, es importante tener presente que los verdaderos tesoros están en el cielo y no en la tierra (Mateo 6:19-20), pues en donde está nuestro tesoro está nuestro corazón (Mateo 6:21)
El enemigo juega sucio y tratará por todos los medios de apartarnos del amor de Dios y para ellos nos bombardeará con sus mentiras, haciéndonos sentir incapaces, fracasados o incluso olvidados por el Señor.
Pero Dios nos dice -hijo guarda silencio, espera con paciencia y no te irrites ante el éxito de otros (Salmos 37:7), pon tu esperanza en mí, ten valor y levanta ese ánimo (Salmo 27:14), ¿acaso no me pediste ser mi discípulo?, pues te recuerdo que si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme.- (Mateo 16:24 NVI).
Dios no es hombre para mentir ni cambia de parecer (Números 23:19), para Él no hay imposibles (Lucas 18:27), gocémonos en el Señor cada día con lo que viene (Salmos 37:4) pues con Él nada nos faltara (Salmos 23:1).
Que nuestra prioridad sea la obediencia sin importar si recibimos o no en esta tierra lo que esperamos, pero con la certeza en las promesas del Señor (Proverbios 16:20). Que aunque nuestros planes no se cumplan, tengamos fe en que la voluntad del Señor prevalecerá (Proverbios 19:21) y la certeza que sea lo que sea que Dios tenga para nosotros, de seguro lo mejor será (Jeremías 29:11; Romanos 8:28)