6. Lo Tengo Todo
Algunos dicen que es muy fácil alabar y adorar al Señor cuando las circunstancias nos resultan favorables, que la acción de gracias fluye cual cascada cuando todo sale bien, tal y como lo esperábamos. Pero es claro que todo extremo es peligroso. Tanto la abundancia o sea la escases, son situaciones que nos pueden alejar de Dios, “(…); no me des pobreza ni riquezas sino sólo el pan de cada día. (…)” dice la Palabra del Señor. Pero, ¿por qué la abundancia y prosperidad puede resultar un riesgo para el creyente?
La abundancia puede llegar a ser un arma de doble filo, ya que en algún momento puede ser una puerta abierta a la arrogancia, “(…) Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: “¿Y quién es el Señor? (…)” (Proverbios 30:8-9).
Cuando vemos que nuestra vida está siendo colmada de abundancia, ya sea de conocimiento, logros, dinero, bienes materiales, e incluso dones y talentos, corremos el riesgo de pensar que es debido a que somos buenos, o a que hemos hecho las cosas bien y por eso nos merecemos lo que tenemos. Incluso podemos llegar a pensar que quienes están pasando por un trance económico, emocional o espiritual, es porque no han sido buenos u obedientes, olvidando que todo lo que recibimos en esta vida no es por ser buenos u obedientes, sino por gracia y misericordia de Dios, empezando por la vida misma.
Cuando empezamos a creer que todo lo tenemos, empezamos a descuidar nuestra relación con Dios, y le damos prioridad a aquellas tareas o actividades de las cuales pensamos se deriva nuestra buena racha. Manejar la abundancia sin la guía de Dios, puede causarnos:
a) Soberbia b) Altivez c) Vanidad d) Arrogancia e) Autosuficiencia f) Independencia de Dios g) Ansias de poder h) Codicia i) Injusticia j) Indolencia k) Intolerancia l) Separación de Dios m) Prioridades equivocadas n) Separación de la familia o) Heridas a otros p) Vacío en el corazón q) Desesperación
Cuando se habla de abundancia, no solo hay que referirse a los bienes materiales, también a los espirituales. Esto último es el caso de nosotros los creyentes cuando Dios nos bendice con conocimiento. Podemos caer en el error de la arrogancia y la prepotencia, creyendo que por nuestra estatura espiritual somos más que los demás, o que somos especiales, y es cuando vemos casos de favoritismos o desprecios.
“me va bien porque hago las cosas bien”, “si a ese hermano le va mal es porque no debe ser tan bueno como parece”, “yo debería tener más bendiciones pues se más Palabra”, “No me preocupo porque la prosperidad no es una prueba sino una recompensa”, “Mi vida es muy cómoda, por ahora no necesito de Dios”, etc.
La prosperidad puede llegar a ser una carga espiritual mayor, pues en medio de ella podemos caer en una zona de confort en donde no nos es necesario creer o confiar “De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que aun rico entrar en el reino de Dios” (Mateo 19:24). Pero, ¿qué pasaría si nos pasara lo que a Nabucodonosor y Dios nos retirara todos los regalos, todo lo que nos ha prestado en esta vida? ¿Lo alabaríamos igual? ¿Nos resultaría fácil dar gracias? ¿Seríamos capaces de vivir con estrictamente lo necesario?
Dios les da dinero, talentos y dones a las personas, no para premiar su comportamiento o como retribución a sus obras, sino para que se cumpla Su propósito, Su voluntad que es buena, agradable y perfecta. Nos da regalos porque es bondadoso y le complace vernos felices. Nos prospera para que seamos instrumentos suyos y bendecir a otros, no para atesorar. Lamentablemente, la prosperidad, de cualquier tipo, se puede convertir en un dios para buscar y adorar por el poder que da.
Respecto de la prosperidad nunca olvides que:
a) En lugar de guardar las riquezas, debes guardar las enseñanzas y los mandamiento de Dios (Proverbios 3:1-2) b) Las riquezas se puede convertir en trampa y cadenas (Salmos 69:22) c) Las verdaderas riquezas, la honra, la prosperidad y los bienes duraderos provienen del Señor y no del mundo (Proverbios 8:18) d) Primero es el sometimiento a Dios y la paz con Él que las riquezas (Job 22:21) e) Lo que cosechas, recoges (2 Corintios 9:6) f) Incluso la abundancia puede ser temporal (Génesis 41:53) g) Dios es el Rey y el único proveedor (Job 36:31) h) El trabajo duro no es para enriquecerte sino para ayudar a los demás (Hechos 20:35) i) Quien generosamente da, generosamente recibe. Quien retienen acaban en miseria (Proverbios 11:24) j) Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7) k) Es Dios quien te ha dado el poder de producir, no tu conocimiento o tu trabajo (Deuteronomio 8:18) l) Quien da al pobre le presta al Señor, y Dios pagará (Proverbios 19:17)
Respecto de la soberbia recuerda que:
a) Quien hace algo con soberbia ofende al Señor (Números 15:30) b) Al soberbio Dios no escucha (Job 35:12) c) Quien no aborrece la soberbia, no teme a Dios (Proverbios 8:13) d) La deshonra es la paga de la soberbia (Proverbios 11:2) e) Quien se cree superior a los demás, es presa de la soberbia (Abdías 1:3) f) La soberbia al igual que la arrogancia, los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia y la necedad, son males que vienen de adentro del corazón y te contaminan. (Marcos 7:21-23)
Y nunca olvides que Dios te dice:
a) Aquellos que te parezcan más débiles serán indispensables. (1 Corintios12: 22) b) Aquellos que te parezcan menos honrosos los tratarás con honra especial. (Vr. 23a) c) Tratarás con especial modestia a aquellos que te parecen menos presentables. (Vr. 23b) d) No tendrás trato especial o preferencial con aquellos que te parezcan los más presentables (Vr.24)
"(...) Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían" (1 Corintios 12:24 NVI)