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Una Fe Bizarra


Tener una fe voluble es no tener fe en realidad. Decir "tengo fe en Dios" pero dudar del cumplimiento de sus promesas partiendo del reconocimiento de unas circunstancias que de ninguna manera se nos antojan favorables, es sencillamente no creer. Fe es una palabra tan pequeña pero a la vez tan grande y poderosa, que del tamaño de un grano de mostaza es capaz de mover montañas (Lucas 17:6).

Como CREYENTES nuestra fe no puede dar lugar a la duda, pues la fe es la CERTEZA de lo que esperamos y CONVICCIÓN de lo que aún nuestro entorno nos oculta (Hebreos 11:1). Nuestra fe debe ser tan recia, estable, fuerte, sólida, inalterable e inamovible, una fe tan bizarra que nos permita ser valientes y arriesgados, que nos lleve a ser obedientes, compasivos, justos, humildes, gozosos, amorosos y a vivir en contentamiento.

Una verdadera fe en Dios debe conducirnos a la excentricidad, a ser arriesgados y tomar decisiones que el mundo no entienda, a dejarnos llevar del Santo Espíritu y entrégale todo a Dios para que haga cosas asombrosas en nuestra vida, incluso aquellas que nunca pensamos fueran posibles. Sigamos el ejemplo de Eliseo quien desde el principio cuando fue ungido por Elías (1 Reyes 14:21), se rehusó a abandonar a Dios y a su mentor, Elías (2 Reyes 2:1-18), y quien hasta el último de sus días en la tierra, incluso después de fallecido, conservó una fe sólida y bizarra (2 Reyes 13:10-21) permitiendo que Dios hiciera cosas asombrosas en y a través de su vida.


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