Tomado de Churchleaders.com
Traducido por Andrés Huertas SamakBlue
En mis viajes, al sentarme a la mesa con hermanas y hermanos Cristianos, frecuentemente pregunto, “bendecirán los alimentos” --¡No!
Mis anfitriones por lo general se quedan en silencio por un momento, atónitos. Entonces, con todas las miradas puestas sobre mí, como preguntando ¿y qué hacemos ahora?, yo solo agrego, “Me hará muy feliz pedirle al Señor que bendiga nuestros alimentos”.
Dentro de los límites de mi propia experiencia, he observado que hoy en día existe un menor número de seguidores de Jesús que hacen una pausa antes de tomar sus alimentos para agradecer por lo que están a punto de comer. Al parecer esto aplica para las personas como en las familias, en el hogar y en lugares públicos.
¿Por qué ocurre esto? Al igual que con todas las prácticas y disciplinas cristianas, a menos que cada generación le enseñe a la siguiente la razón de las costumbres, estas se convertirán en meras rutinas, en tradiciones vacías, para finalmente abandonar su práctica.
Origen Bíblico de las Oraciones a la Hora de las Comidas
¿Ha pensado usted le ha enseñado a alguien acerca de las razones bíblicas que llevan a la tradición Cristiana de orar antes de cada comida?
Antes del milagro de la multiplicación de los panes y los peces y de proveer a sus seguidores de alimento, Jesús pidió la bendición de su Padre sobre los alimentos:
“Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. También repartió los dos pescados entre todos” (Marcos 6:41)
Al instituirse la cena del Señor, Jesús dio gracias antes de distribuir el vino a sus discípulos, y también antes de darles el pan:
“Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: -Tomen esto y repártanlo entre ustedes. Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios. También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, de lo dio a ellos y dijo: -Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mi” (Lucas 22:17-19).
Después de Su resurrección, Jesús bendijo el pan al inicio de la cena en la casa de pareja de Emaús:
“Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.” (Lucas 24:30).
El apóstol Pablo, públicamente y ante la presencia de muchos presuntos incrédulos, agradeció a Dios por su alimento antes de comerlo.
“Dicho esto, tomó pan y dio gracias a Dios delante de todos. Luego lo partió y comenzó a comer” (Hechos 27:35).
Pablo ensenó que los creyentes deberían recibir su alimento con acción de gracias cuando dijo:
“…y no permiten comer ciertos alimentos que Dios ha creado para que los creyentes, conocedores de la verdad, los coman con acción de gracias.” (1 Timoteo 4:3).
Estas son las razones por las cuales los Cristianos históricamente han tomado un tiempo antes (y en algunas ocasiones después) de las comidas para reconocer en oración (o una canción, como la doxología) que nuestro Dios, en Su bondad y providencia, es la fuente de nuestros alimentos antes que nosotros mismos.
¿Ritual Vacio?
¿Puede la oración a la hora de las comidas convertirse en un ritual sin sentido? Por supuesto que puede, sobre todo porque se trata de algo que experimentamos dos o tres veces al día, siete días a la semana. Además de su frecuencia, la oración de acción de gracias en la mesa o cualquier otra oración es muy probable que disminuya en el sentido que se corre el riesgo que solo se trate de palabras repetidas y sin sentido.
Sin disciplina espiritual, la práctica cristiana deja de ser significativa y gratificante para el alma, si experimenta sin pensar y de forma mecánica. Incluso actividades tan preciosas como la oración personal diaria, el canto de alabanzas a Dios en la iglesia, o la toma de la cena del Señor, pueden convertirse en prácticas vacías y sin sentido. Toda oración, incluyendo la breve oración de acción de gracias antes de una comida, requiere la participación de la mente y el corazón.
Beneficios
En la oración de las comidas, también reconocemos que “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, (…)” (Santiago 1:17).
En la cultura de la abundancia o prosperidad, es fácil olvidar que nuestro alimento es la respuesta al mandato de Jesús de orar.
“Danos nuestro pan cotidiano.” (Mateo 6:11).
Además de los beneficios que tiene para nosotros mismos, testificando abiertamente en la oración que el alimento es la provisión de Dios, también habla a nuestros hijos de nuestra dedicación a Cristo y les enseña que lo que comemos es en última instancia provisión que proviene del Señor y no de la tienda o de nuestro cheque de pago.
Toda nuestra vida se debe vivir con la conciencia de la presencia y la bendición de Dios. Incluso en algo tan rutinario y repetitivo como el comer, "En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31). Tomarnos un momento para orar antes de cada comida puede ayudarnos a hacerlo más conscientemente.
Del Autor: Don Whitney ha sido profesor de Biblical Spirituality y Decano Asociado en el Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, KY desde 2005. Antes de eso, ocupó una posición similar (la primera posición en los seis seminarios bautistas del sur) en el Seminario Teológico Bautista del Medio Oeste en Kansas City, MO, durante diez años. Él es el fundador y presidente del Centro para la Espiritualidad Bíblica (The Center for Biblical Spirituality).